Cómo usar bien la voz en la locución profesional

La voz es la herramienta de trabajo de los locutores y locutoras profesionales. Por eso, aunque todos y todas nacemos con una voz propia que utilizamos de forma natural como recurso comunicativo, desarrollarla, controlarla y manejar este instrumento, es lo que convierte a una persona en profesional de la voz.

Que sepas escribir no te convierte en escritor o escritora, ¿verdad? Al igual que tararear canciones en la ducha no te transforma en cantante.

Es el hecho de trabajar una aptitud concreta la que nos ayuda a desarrollarla.

En el caso de la voz, más concretamente en la disciplina de la locución profesional, hay ciertas características que nos vienen dadas de manera innata y otras que debemos trabajar para sacarle el máximo partido posible.

A continuación, vamos a hacer, por un lado, un pequeño repaso de las características orgánicas de la voz y por otro, vamos a ver algunas técnicas a aplicar para trabajarla, controlarla y mejorar nuestra oratoria.

¡Vamos allá!

Características de la voz en la locución  

Para llegar a dominar nuestra voz como profesionales antes es necesario conocer de dónde viene, cómo se produce y qué es lo que la hace única en cada persona.

Aunque en nuestro artículo ¿Qué es la voz en off?,  tratamos este tema de una forma algo más específica, no podemos pasar por alto estas características que nos ayudarán a entenderla para saber modularla.​​

Podemos decir que el sonido de nuestra voz se produce por la vibración de las cuerdas vocales en la laringe cuando el aire la atraviesa. El resultado de este proceso es la voz.

Las 3 cualidades de la voz

La voz está formada por tres cualidades básicas propias del sonido: el tono, el timbre y la intensidad.

El tono nos indica si una voz es más aguda o más grave. Esto dependerá de la frecuencia de vibración de nuestras cuerdas vocales.

El timbre, también conocido como color de voz o huella vocal, es el elemento distintivo de nuestra voz. Se produce como resultado de nuestros rasgos morfológicos, físicos y fonéticos, es decir, de nuestras características orgánicas.

La intensidad o proyección es la fuerza con la que emitimos los sonidos. Estos dependerán de las características de nuestros instrumentos resonadores.

Una vez conocemos cuáles son las características de nuestra voz, podemos empezar a trabajar con ella.

¿Cómo preparar la voz para locución?

Las voces profesionales, ¿nacen o se hacen?

Como en cualquier profesión, hay quien tendrá más facilidad para desarrollar sus capacidades y hay a quien le costará un poco más, pero en líneas generales todo se puede aprender. Ahora bien, que se te dé mejor o peor ya es otra cosa.

El caso es que dominar la voz no es algo que ocurra de la noche a la mañana. Hay mucho trabajo y mucha práctica detrás de la voz que narra un audiolibro, de la voz de una cuña de radio o de un vídeo publicitario.

En Voces Creativas nos dedicamos a darle voz a proyectos para que resulten atractivos y convincentes, y por eso nos rodeamos de más de 300 locutores y locutoras que dominan – modulan – a la perfección las técnicas de locución que les convierten en auténticos profesionales de la voz.

Técnicas de locución

    1. Respiración. Controlar la respiración es fundamental para el trabajo de locución. No solo por el hecho de manejar la gestión y salida de aire para que nos dé tiempo a leer o narrar sin ahogarnos, sino para que nuestra voz no sufra. Por eso, dominar la respiración diafragmática es imprescindible para cualquier profesional de la voz. Respirar con el diafragma es la clave de la fonación y automatizar este proceso requiere de mucha práctica, ya que normalmente tendemos a la respiración costal (pecho). Con trabajo y constancia los resultados siempre llegan.
    2. Proyección. La manera en que proyectamos la voz está directamente relacionada con nuestra respiración y nuestra postura corporal. Proyectar la voz es saber cómo lanzarla y dirigirla (sin forzarla) para que nuestro texto o mensaje adquiera potencia comunicativa. En este caso no se trata tanto de hablar alto, sino de hacerlo con claridad y con la energía necesaria.
    3. Dicción. La dicción es la capacidad de comunicar un mensaje de forma comprensible, por lo que articular las palabras correctamente es fundamental para que exista una comunicación fluida. No vocalizar o pronunciar adecuadamente provoca interferencias entre emisor y receptor. Cualquier profesional de la voz no puede permitirse fallas en este aspecto.
    4. Ritmo y entonación. Es la música que le aplicamos a las palabras. Existen normas que hay que aprender a la hora de leer o narrar un texto: como son los grupos acentuales o grupos fónicos, el uso de las pausas y los silencios o la aplicación de cadencias y anticadencias en los discursos. El conocimiento de estas normas es básico para comunicar cualquier mensaje de forma comprensible y profesionalizada.
    5. Interpretación. La interpretación en la locución significa dotar a un mensaje de una emoción y una intencionalidad específica. ¿Qué queremos transmitir con esa comunicación en concreto? ¿Tristeza o nostalgia? ¿Euforia o solemnidad? La capacidad de interpretación de un locutor o locutora de comunicar sensaciones es de vital importancia para que una locución conecte con sus interlocutores y provoque reacciones.

Usos de la voz

De la misma manera que cuando echas a correr sin calentar te arriesgas a sufrir una lesión, cuando vas a trabajar con la voz antes es necesario calentar.

Es muy importante dedicarle tiempo a preparar la musculatura que interviene en la emisión de nuestra voz; evitando así posibles lesiones y contribuyendo a hacer de la locución una experiencia fluida, divertida y, sobre todo, segura.

Calentamiento de la musculatura corporal:

Hay muchísimos músculos en nuestro cuerpo que participan en la proyección de la voz: el cuello, la cintura escapular, los brazos y el tren superior, principalmente. A través de diferentes estiramientos y ejercicios de repetición, podemos calentar cualquiera de estas partes.

Por ejemplo, girar el cuello a derecha y a izquierda o de arriba hacia abajo o subir y bajar los hombros con los brazos caídos a lo largo del cuerpo.

Calentamiento de musculatura facial, mandíbula y lengua. 

Calentar los músculos de la cara, la laringe y la lengua favorece una correcta ortofonía y dicción. Por lo que es interesante manipularlos y moverlos antes de colocarnos frente al atril.

Existen infinidad de ejercicios: abrir y cerrar la mandíbula, inflar y desinflar los mofletes, mover la lengua de un lado a otro y de arriba hacia abajo, hacer vibrar los labios expulsando aire o hablar con un lapicero en la boca. Cualquiera de estas prácticas nos ayudará a vocalizar mucho mejor. 

Diafragma.

Es el músculo de la respiración y, por lo tanto, también podemos hacer algunos ejercicios de calentamiento que propicien unas locuciones bien ejecutadas.

Podemos ejecutar nuestro diafragma respirando por la nariz, manteniendo el aire y expulsándolo, creando diferentes secuencias en las que varíen los tiempos de inspiración, mantenimiento y espiración. Por ejemplo, una inspiración, tres segundos de retención y soltamos el aire de forma continuada. Una inspiración, tres segundos de retención y soltamos el aire en dos veces. Una inspiración, tres segundos de retención y soltamos el aire en tres veces. Y así sucesivamente hasta llegar a espirar el aire en 10 fases.

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